Por qué ninguna pieza de ServiArte es igual, aunque el diseño se repita
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Muchos me preguntáis por qué ninguna pieza es igual, aunque el dibujo sea el mismo.
La respuesta es variable y depende de muchas cosas: del material que uso, de la madera y de la vida que ha tenido antes de llegar a mis manos.
La madera no es un material neutro. Cada rodaja es distinta, incluso cuando procede de la misma rama. Tiene vetas, nudos, pequeños agujeros, zonas más claras u oscuras, corteza rota… detalles que hacen que ninguna sea igual a otra.
Yo puedo repetir el mismo dibujo, sí. Pero no puedo hacer que una rodaja tenga el mismo tamaño, el mismo grosor o el mismo color que otra.
Influye todo: el día, la luz, el ritmo de trabajo e incluso el momento en el que me encuentre. No se dibuja igual cuando estoy tranquila, con una línea más limpia y trabajada, que cuando estoy tensa o con prisas, donde el trazo se vuelve más recto y contenido.
Por eso no busco la perfección —aunque sea bastante detallista y perfeccionista, sé moderarme—. Busco equilibrio. Que la pieza tenga sentido.
Cada objeto que sale del taller ha pasado por mis manos en un momento concreto y eso, aunque no siempre se vea a simple vista, quiero y sé que se nota.
Quizá por eso, cuando alguien me pide una pieza personalizada, intento hacerla desde la tranquilidad, el positivismo y la calma. Porque crear desde ahí transmite paz, emoción y cariño.
Por todo esto, mis piezas son únicas, aunque se repitan los diseños.
Las piezas de ServiArte no son solo diseños: son proceso, tiempo y emoción.