✏️ Así nace un diseño en ServiArte: entre garabatos, líneas y un poquito de magia
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Hay cosas que una no planea. Simplemente empiezan cuando eres pequeña, cuando la imaginación te explota dentro y no sabes muy bien ni cómo, ni por qué. Yo desde pequeña he pintado garabatos incluso en las paredes de mi casa. Mi madre, cada vez que venía alguien y enseñaba la casa, siempre decía con orgullo: “y esta es la obra de mi hija”, señalando aquel borrajeto en la pared blanca del salón… porque para mí todo era un libro en blanco donde dibujar.

Con los años me di cuenta de que lo que más me gustaba era representar la realidad. No exactamente copiarla, sino entenderla, deshacerla y volver a montarla de una manera que tuviera sentido para mí. Algo de diseño técnico, algo de curiosidad, algo de jugar con las líneas como quien juega con piezas de construcción.
Hubo una época en la que me inspiraban grandes artistas… y otras en las que simplemente dejaba que mis manos decidieran qué querían dibujar ese día. Y, aunque amaba el retrato, siendo sincera… ¡se me da fatal! Así que empecé a buscar otro camino. Uno que me permitiera ser yo sin forzar nada, sin frustrarme, sin sentir que estaba peleándome con el papel (o la tablet).
Y así, poco a poco, apareció mi estilo:
una línea clara, sencilla, casi infantil, pero llena de personalidad.
Una manera de ver la realidad simplificada, como si la filtrara a través de los ojos de una niña que solo quiere divertirse, expresarse y crear.
Ese estilo me llevó a algo muy especial: mi tercera colección, una de esas que sientes más tuyas que ninguna. No porque las anteriores no lo fueran, sino porque esta me hizo sentir… yo.
Mi colección del Reino Champiñón.
Una colección que me conecta con esa parte de mí que todavía cree en aventuras, castillos, mundos raros y personajes simpáticos. Me lleva a las tardes de jugar a Mario y Luigi, a esa inocencia que nunca se termina de ir del todo.
¿Y cómo nació esta colección? Pues como siempre:
en una hoja en blanco.
Solo que esta vez, la hoja era mi tablet y Procreate era mi lápiz.

Primero descargué imágenes de los personajes originales. Necesitaba ver sus formas, sus rasgos, su esencia. Los contorneé para entender cómo estaban construidos… y luego los solté. Dejé que mi imaginación hiciera su parte. No quería copiar a nadie ni hacer lo mismo que hace medio mundo: dibujar al personaje tal cual.
Quería hacer algo mío.
Y entre garabatos, curvas y una línea negra que parecía bailar sola…
aparecieron los personajes.
Como si hubieran estado ahí esperando a que alguien los simplificara, los deformara un poquito y les diera un toque infantil, expresivo y diferente.

Y ese es mi proceso de diseño.
Sencillo, muy yo, y lleno de esa mezcla de nostalgia, libertad y juego que siempre me acompaña cuando dibujo. Antes de llegar a la madera, antes de convertirlo en arte, antes de todo… siempre hay una línea, un garabato, un impulso que empieza en el corazón y termina en un dibujo.